Posted in Cuentos, tagged Relatos Breves on 4 octubre, 2010|
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A veces le pasaban cosas, ya se lo habían dicho y que eso le sucedía por caminar con los ojos abiertos.
Regresaba a casa, después de asistir a la presentación de un libro de una escritora extranjera; estaba a una cuadra de su hogar y pasaba frente a la iglesia del barrio.
Vio una chica sentada en los escalones de la iglesia; joven, con un hermoso vestido amplio. También vio y escuchó al sacerdote gritarle a la jovencita que se apartara de frente a la iglesia, que era una verguenza que se sentara allí.
Escucharlo y parar en seco, fue todo uno. Le preguntó por qué era una verguenza que ella estuviera sentada frente a la iglesia; el cura respondió que tenía entendido que se drogaba o que era una prostituta que caminaba por las esquinas en la noche. Se paró frente a él, y con una sonrisa burlona y tono frio, le preguntó: «Y cómo lo sabe usted, ah?» «A menos que usted estuviera en esas mismas esquinas, cómo lo puede saber?» y le volvió a sonreir, con toda la ironía del mundo puesta en esa sonrisa. El sacerdote intentó decir algo pero finalmente no lo hizo.
Pasó delante de él y le preguntó a la chica: «Me acompañarías a comer sushi en el restaurant de la esquina? y se fueron caminando….
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